Esta pieza única es obra del maestro chocolatero Paul Wittammer y el
joyero Fabienne Lascar, cuyo trabajo fue imprescindible para la
incrustación del diamante de 2,3 quilates que luce en la superficie del
bombón.
Caramelo, ganache oscuro, unos toques de jengibre y unos adornos de
hojas de oro comestible son algunos de los ingredientes de este dulce
creado en Bruselas.
Y como no podía ser de otra manera, su envoltorio también es una
pieza única hecha a mano que ensalza el valor de esta pequeña obra.
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